Enrique Anderson Imbert

Las estatuas (El gato de Cheshire)

 

En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la

de la fundadora y la del profesor más famoso.  Cierta noche--todo

el colegio, dormido--una estudiante traviesa salió a escondidas de

su dormitorio y pintó sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas

de pasos:  leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se

en­cuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas. 

Después se retiró con el mismo sigilo regodeán­dose por adelantado. 

A esperar que el jardín se Ilene de gente. ¡Las caras que pondrían! 

Cuando al día siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas habían

sido lava­das y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos

a la estatua de la señorita fundadora.