Fernando Díaz­-Plaja

Fragmento de El español y los siete pecados capitales.

 

 

("¡Te lo digo yo!")

 

No es raro oír en España a un señor vociferando: "ITe to digo

yo!", ante la duda de alguien, frase con que parece querer anular

todas las posibilidades de error. No se trata casi nunca de un

dictamen profesional  (un ingeniero ante un puente, un médico

explicando una operación a los profanos), sino de un juicio sobre

temas generales de los cuales ambos interlocutores pueden

saber lo mismo o nada: "ITe to digo yo!" Y para rematar un

asombrado ¿Por qué? esta preciosa fórmula intelectual: iPorque sí, ea!

 

Cuando el español discute, no admite pruebas superiores

a su razonamiento.  Recuerdo una larga polémica sobre

cómo se deletreaba una palabra. Por fin, el que tenía razón,

lanzó el proyectil que guardaba para mayor efecto.  --No

discutas más. Lo dice el diccionario de la Academia. El otro no

pestañeó.  --Pues está equivocado el diccionario de la Academia.