Marco Denevi
Apocalipsis
La extinción de la raza de los
hombres se sitúa aproximadamente a fines del
siglo XXXII. La cosa ocurrió así: las
máquinas habían alcanzado tal perfección
que los hombres ya no necesitaban
comer, ni dormir, ni leer, ni hablar, ni
escribir, ni hacer el amor, ni
siquiera pensar. Les bastaba apretar botones
y las máquinas lo hacían todo por
ellos. Gradualmente fueron desapareciendo
las biblias, los Leonardo da Vinci,
las mesas y los sillones, las rosas, los discos
con las nueve sinfonías de Beethoven,
las tiendas de antigüedades, el vino de
Burdeos, las oropéndolas, los tapices flamencos, todo Verdi, las azaleas,
el
palacio de Versalles. Sólo había máquinas. Después los hombres
empezaron
a notar que ellos mismos iban
desapareciendo gradualmente, y que en cambio
las máquinas se multiplicaban. Bastó
poco tiempo para que el número de los
hombres quedase reducido a la mitad
y el de las máquinas aumentase al doble.
Las máquinas terminaron por ocupar
todo el espacio disponible. Nadie podía
moverse sin tropezar con una de
ellas. Finalmente los hombres desaparecieron.
Como el ultimo se olvidó de
desconectar las máquinas, desde entonces
seguimos funcionando.