Jorge Luis Borges
Leyenda (publicado en Elogio de la
sombra (1969)
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel.
Caminaban por el desierto
y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy
altos. Los hermanos se
sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron.
Guardaban silencio, a la manera
de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo
asomaba alguna estrella, que
aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas,
Caín advirtió en la frente de
Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba
por llevarse a la boca y pidió
que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
--¿Tú me has matado o yo to he matado? Ya no recuerdo, aquí estamos
juntos
como antes.
--Ahora sé que en verdad me has perdonado --dijo Caín--;
porque olvidar es
perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
--Así es.
Mientras dura el remordimiento dura la culpa.